lunes, 3 de mayo de 2010

Ordenando la biblioteca: Una cuestión personal, de Kenzaburo Oé.

Sí. No me olvido. Este blog se llama ordenarlabiblioteca y se supone que en él iba a contarles algunas cosas de los libros que aquí iba ordenando.

Es cierto, he comentado de algunas películas y muy de pasada hecho alusión a algunos de los libros, pero la forma en la que escribo estas entradas -de forma rápida, sin una rigurosidad intelectual, y en un momento afectivo bastante irregular- me hacen desistir de abordar algunas obras que merecen una mayor seriedad y alguien que, en su discurso, les otorgue la seriedad necesaria.

Generalmente escribo sintiendo un montón de nudos, tengo un montón de cosas irresueltas y si bien estoy intentando ir hacia alguna dirección, muchas veces veo difuso y nadie que lea estos escritos puede siquiera imaginarse como me siento... cuando los escribo trato de salir de mí un momento, llevar algo de mí obviamente al discurso, pero siempre con la mayor distancia afectiva, pues las sensaciones, que siempre fueron la base para mí de todos mis escritos, incluso aquellos más "racionales", hoy no están en condiciones de servir de eje ni de soporte para nada.

En resumen, intento mediante estos escritos ordenar mi biblioteca de emociones, aunque debo reconocer que no logro sacar nada en limpio a ese respecto, y que me asusta, de hecho, tomar una decisión drástica.

Por qué tanto preámbulo. Porque me siento falso si de la nada empiezo a hablar de películas o libros u otras cosas... Y por qué siento necesario hablar de aquellas cosas libros y películas, por ejemplo, recién mencionadas... Porque de cierta forma me gustaría compartirlas, y no dejarlas aquí adentro donde se suman a los nudos y terminan por ahogarme, sino reflejarlas un poco hacia afuera...

Ya. Mucho. Vamos con Kenzaburo Oé.

Hoy día releía Una cuestión personal, de don Kenzaburo. Lejos, su mejor novela. Al menos de las traducidas al español, que son las que he leído. La di como opción en un cuarto medio y un alumno la eligió así que decidí releerla hoy día.

Una cuestión personal es ante todo una novela cruda. Hermosa y terrible como pocas novelas con las que me he encontrado, y además excelentemente escrita. En ella, Bird, el protagonista, quie sueña con irse a África, espera que nazca su hijo, mientras siente que aquel nacimiento vendrá a cerrar definitivamente su jaula y le impedirá alcanzar sus metas, tanto tiempo postergadas.

Desde está situación inicial la novela plantea el hecho que hará que Bird descienda de bruces al abismo y deba erguirse como una persona nueva, es decir, surge el hecho que lo obligará a elegir, sin concesión alguna. Y es que el hijo de Bird nace con una malformación en la cabeza, con parte del cerebro fuera, y ahí comienzan nuevos dilemas para el personaje. Desear o no la muerte del niño, el cuestionamiento con sus propios sueños, su juventud que ya se acaba, su fuerza que desaparece... la tentación del desequilibrio y del dejarse llevar y en cierto sentido huir de todo aquello que le está ocurriendo.

La obra entonces se desarrolla con crudeza, decíamos, pues Bird, ha de plantearse las opciones directamente, y desde el fondo de sí mismo -ahí donde no subyace moral alguna- deberá tomar una decisión, construirse y hacerse cargo de sí mismo, de sus fracasos, de sus pérdidas, de su vacío.

Y es que la cabeza abierta con la que nace el hijo de Bird es también ejemplo del espíritu partido de este personaje, y la magistral manera en que es llevada esta novela, el ritmo, el lenguaje, el mundo visto desde los ojos de Bird, siempre derrumbándose sobre él, no hacen sino edificar una de las mejores novelas contemporáneas que me ha tocado leer.

El verdadero existencialismo. Descarnado. Algo así como El extranjero llevado hasta el colapso, vertiginoso, dinámico, vivo. Verdadero.

Recuerdo que la primera vez que leí esta novela llegué a ella por casualidad. Ignorante, desconocía incuso que su autor había ganado el nóbel, y quizá no esperaba mucho de ella. Por esto mismo, quizá, su encuentro me sorprendió y me tumbó en pleno primer round, y debí pararme, junto con Bird, quien tambien había sido tumbado, en ese mismo momento, en la historia narrada.

Había algo en la forma de narrar de mostrar los hechos, que hablaba de sentimientos verdaderos. Había algo en el tono que demostraba afecto y comprensión hacia los personajes, y esto. recuerdo, me llamó fuertemente la atención.

Con el tiempo supe que Kenzaburo Oé había tenido un hijo en esas condiciones, que le pronosticaron su temprana muerte y su futuro estado vegetal, y el libro me pareció más magistral todavía, más honesto, porque se trataba de un hombre que había logrado ver eso que está en el abismo, en el fondo del pozo que existe al fondo de nosotros, y no se había espantado con aquello, sino que había luchado contra todo, hasta darle forma. Hasta hacer la elección correcta.
Pasó el tiempo.

Busqué otras novelas y escitos de Oé. Eran carísimos para comprarlos, pero logré conseguir algunos. Me atrajo el título de Arrancad las semillas, fusilad a los niños -aunque debo reconocer que no me gustó del todo. Leí La presa, una buena novela, algo similar a Arrancad... sobre todo en el ambiente rural que describe y en el impacto que sobre la gente de aquel lugar tuvo la guerra y el tener que enfrentarse a otros hombres. Ver como surgían enemigos en esa tierra lejana de todo.

Me volvió a sorprender El grito silencioso, sobre todo el comienzo y un personaje que arrancaba hacia las montañas. También valoré Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura y leí algunas obras más, entre ellas una que terminé el mes pasado, un tanto más autobiográfica, Cartas a los años de nostalgia.

Sorprendentemente en el colegio la primera vez que di estos libros gustaron bastante. Sobre todo Una cuestión personal (de hecho este me lo tuve que comprar de nuevo pues el anterior desapareció entre los préstamos). Incluso un ex-alumno, que hoy estudia literatura tenía la intención de transformar en obra teatral El grito silencioso. Y otros me han pedido varios textos de Oé que tengo como archivos pdf o word, y que por ahí andan dando vueltas.

Hoy Oé está en la repisa con los orientales. En la segunda hilera. Incluido entre ellos un extraño texto tipo autoayuda también escrito por Oé -al leerlo sin saber el autor nadie que lo conociera hubiese podido creerlo- donde nos habla en un tono familiar, un poco dirigido a familias con niños con retraso, sobre el desarrollo y el milagro de su hijo, de quien además nos muestra fotos y dibujos y de quien nos cuenta que incluso juega hacer sonar el piano y crea pequeñas melodía, a falta de un lenguaje mejor establecido.

Así que ahí quedó Oé, junto a Mishima y Shusaku Endo, de quien les hablaré otro día.

Un único espacio queda entre aquellos libros, y es que está en mis manos Una cuestión personal, listo para seguir entregando toda esa violencia interna, que hará surgir un mundo nuevo de este personaje, y que hará de la desolación, del abismo, del grito, la herramienta necesaria para dar a luz un nuevo ser, y edificar y sostener, por siempre, un libro que logra alcanzar la máxima belleza.

Y es que la belleza, como decía André Bretón en el final de Nadja, la belleza, decía, será convulsiva. O no será.

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